Sólo ida
Mañana, por primera vez, viajaré con un billete “sólo ida”. Hasta ahora, siempre había tenido ese respaldo que da un billete de vuelta en el bolsillo. Estés donde estés sabes que de alguna manera podrás volver. Un “sólo ida” significa cambiar el punto de partida, el origen del sistema de coordenadas de mi vida. Ahora siempre que esté en casa estaré de visita y no “volviendo a casa”. Hace poco, escribía sobre como uno puede sentirse extranjero en su propio entorno. Ahora seré un verdadero extranjero, pero ayuda saber que en Madrid casi todo el mundo lo es.
Este momento de partida es una amarga mezcla de tristeza por lo que dejo atrás y de ilusión por lo que me voy a encontrar, que seguro que será mucho y muy bueno. Dejo atrás mi pueblo, donde nací y crecí. Dejo atrás Sevilla, donde me he ido convirtiendo en lo que soy ahora y donde he disfrutado de los mejores compañeros de viaje. Tanto en el trabajo, donde tanto he aprendido, como en mi vida privada he tenido la suerte de coincidir con gente absolutamente excepcional.
No sé que es lo que echaré de menos y que es lo que olvidaré de la primera etapa de mi vida, pero si la que viene empieza igual que termina ésta, no me irá del todo mal.