Extranjero
Mientras me recupero en casa de unos inoportunos trastornos estomacales, leo y escucho sobre lo acontecido en el día de la fiesta nacional: que si El Estatut, que si La Bandera, que si los corrillos en los palcos, que si El Rey. Me sofoca todo ese nacionalismo tácito, esa necesidad de saber quién es la nación y quién la región, quién es el huevo y quién la gallina. Por supuesto, sin entrar en lo anacrónica e intrinsecamente discriminatoria que es la monarquía.
¿Cómo puede alguien estar orgulloso del lugar donde ha nació?. Yo, cada día me siento más extranjero, incluso apátrida a veces. No es que no me sienta del Sur, pero es que lo mismo me podría haber sentido del Norte o del quinto pino si allí hubiera nacido. Andalucía tiene muchas cosas que la hacen especial, pero también las tienen Noruega, Irlanda o PekínBeijing.
El gran Enrique Bunbury explica esa sensación esta archifamosa canción:
Una barca en el puerto me espera no se donde me ha de llevar no ando buscando grandeza solo esta tristeza deseo curarMe marcho y no pienso en la vuelta tampoco me apena lo que dejo atrás solo se que lo que me queda en un solo bolsillo lo puedo llevar
Me siento en casa en América en antigua quisiera morir parecido me ocurre con Africa Asila, Esauira y el Riff
Pero alla donde voy me llaman el extranjero donde quiera que estoy, el extranjero me siento
También extraño en mi tierra aunque la quiera de verdad pero mi corazón me aconseja los nacionalismos que miedo me dan
Ni patria ni bandera ni raza ni condición ni limites ni fronteras extranjero soy
porque allá a donde voy me llaman el extranejro donde quiera que estoy el extranjero me siento
porque alla a donde voy me llaman el extranjero donde quiera que estoy el extranjero me siento