Leeds, UK
Ahora que ya estoy en casa, con mis 20 graditos, bien merecía éste viaje una entrada comentando algunas cosas.
Lo primero, el entorno. Ya había estado otras veces en Inglaterra, pero, por una cosa o por otra, nunca había tenido un contacto directo de varios días, usando los sistemas públicos de transporte, entrando en los pubs estando sobrio o comprando en un mercado. Además, este viaje ha confirmado muchos de mis prejuicios, tanto los buenos como los malos.
Enumerando algunos: el clima me horroriza, mi naturaleza necesita más horas de luz solar a la semana de la que allí puedo recibir en un mes o dos; la comida se confirma como la peor de entre Europeas que he probado, cualquier tipo de comida se reduce a grasa, lechuga insípida y pan de molde; por último, si generalizamos, la gente es desagradable, salvo excepciones protagonizadas por inmigrantes o amables pensionistas, el contacto con cualquier inglés suele ser bastante frío, sin sonrisas pero, eso sí, con su perfecta educación británica como bandera. Resumiendo, Inglaterra es un país en el que nunca viviría si dependiera de mí.
Teniendo en cuenta todo esto, probablemente Inglaterra sea uno de los mejores países para irse de Erasmus y, claro está, para que se vaya tu mejor amigo y tu vayas a visitarlo.
Llegué el miércoles por la noche tras unas 14 horas de viaje en taxi, tren, avión y autobús (la conexión Valencina de la Concepción «-» Leeds no es muy buena). Nos tenían preparadas un montón de actividades lúdico-culturales: jugar a las películas en Spanglish, visitar un pub muy friki en el que ponían El ReyLeón en las pantallas e ir a una fiesta Erasmus muy a la americana entre otras. Prefiero no hacer comentarios sobre todo ello, sirvan las fotos de testimonio.
Una experiencia fantástica. Gracias a todos los que me hicieron echar un fin de semana para no olvidar. Laura, Luis, Marina, Cristina, gracias. Nos vemos en la feria. Especialmente a Juanlu y a Lydia, como siempre teneros como amigos, como hermanos, lo hace todo inigualable.